La noticia de que Facebook espió el tráfico de usuarios de Snapchat se basa en documentos revelados, los cuales muestran que la empresa de Mark Zuckerberg monitorizó de manera secreta la actividad de los usuarios de Snapchat a través de una herramienta interna denominada ‘PENSIEVE’. Este proyecto se llevó a cabo en 2021 y ha levantado preocupaciones sobre la ética de la recopilación de datos y la privacidad en línea. Se han planteado interrogantes sobre si Facebook tenía el derecho legal y moral de espiar el tráfico de una aplicación rival como Snapchat.
En el año 2016, Facebook puso en marcha una iniciativa clandestina denominada «Proyecto Ghostbusters». Su objetivo era interceptar y descifrar el tráfico de red entre los usuarios de la aplicación Snapchat y sus servidores. Esta maniobra buscaba comprender el comportamiento de los usuarios y, de esta forma, proporcionar a Facebook una ventaja competitiva sobre Snapchat. Esta revelación ha salido a la luz gracias a documentos judiciales recientemente desclasificados por un tribunal federal en California, en el contexto de una demanda colectiva entre consumidores y Meta, la empresa matriz de Facebook.
Los documentos expuestos desentrañan cómo Meta intentó superar a sus competidores, entre los que se incluyen Snapchat, Amazon y YouTube, mediante el análisis del tráfico de red que mostraba cómo los usuarios interactuaban con estas plataformas competidoras. Dado el uso de la encriptación por parte de estas aplicaciones, Facebook se vio en la necesidad de desarrollar tecnología especializada para sortear esta barrera.
Uno de los documentos detalla específicamente el «Proyecto Ghostbusters», el cual formaba parte del programa de Panel de Acciones Internas de la Aplicación (IAPP, por sus siglas en inglés) de la compañía. Este programa utilizaba técnicas para «interceptar y descifrar» el tráfico de aplicaciones encriptado de los usuarios de Snapchat, y posteriormente de YouTube y Amazon, según indicaron los abogados de los consumidores en el documento.
El proyecto fue discutido en correos electrónicos internos de Facebook, destacando uno de Mark Zuckerberg, el director ejecutivo de Meta, fechado el 9 de junio de 2016. En este, Zuckerberg expresaba la importancia de encontrar una nueva manera de obtener analíticas confiables sobre Snapchat, dada su rápida expansión. La solución propuesta por los ingenieros de Facebook fue utilizar Onavo, un servicio similar a una VPN adquirido por Facebook en 2013, que permitía el acceso a toda la actividad web del usuario.
Este método, denominado «ataque de intermediario» o «adversario en el medio», implicaba la interceptación del tráfico de internet que fluye de un dispositivo a otro. Dada la encriptación del tráfico entre la aplicación de Snapchat y sus servidores, la técnica de análisis de red no sería efectiva sin herramientas como Onavo, que ofrecían la posibilidad de leer todo el tráfico de red del dispositivo antes de que se encriptara y enviara a través de internet.
Sin embargo, dentro de Facebook, no todos estaban de acuerdo con la implementación del Proyecto Ghostbusters. Algunos empleados, incluidos Jay Parikh, entonces jefe de ingeniería de infraestructura, y Pedro Canahuati, jefe de ingeniería de seguridad en ese momento, expresaron su preocupación por las implicaciones éticas y de privacidad de este proyecto.
En 2020, Sarah Grabert y Maximilian Klein iniciaron una demanda colectiva contra Facebook, acusando a la compañía de mentir sobre sus actividades de recolección de datos y de explotar los datos «extraídos de manera engañosa» de los usuarios para identificar a competidores y combatirlos de manera injusta.
Representantes de Amazon declinaron hacer comentarios, mientras que Google, Meta y Snap no respondieron a las solicitudes de comentario sobre el asunto.