La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la importancia de la higiene en todos los aspectos de nuestra vida, incluida la tecnología. Los smartphones, tablets, teclados, mouse y otros dispositivos que tocamos constantemente pueden convertirse en focos de gérmenes y bacterias si no se limpian regularmente.
Es fundamental establecer rutinas de limpieza para nuestros gadgets, utilizando productos adecuados que no dañen los componentes electrónicos. Asimismo, las empresas tecnológicas están empezando a prestar más atención a este tema, diseñando dispositivos con materiales que permiten una limpieza efectiva y segura. El próximo paso en la evolución tecnológica será la integración de sistemas de limpieza automática en los dispositivos para garantizar una higiene óptima.
En el curso de la historia humana, numerosos factores han contribuido a la enfermedad, siendo la biología uno de los principales. Sin embargo, en la contemporaneidad, el estrés se erige como una de las causas predominantes de malestar, tal como sostiene el Dr. Gabor Maté. Sus investigaciones, que resonaron ampliamente en 2023, nos invitan a reflexionar sobre la integración de la inteligencia artificial generativa en la vida cotidiana de 2024, en un contexto donde la mitad de los adolescentes británicos se sienten adictos a las redes sociales y el cirujano general de EE. UU. advierte sobre sus riesgos para la salud.
La inteligencia artificial (IA) y el Dr. Maté pueden parecer polos opuestos; mientras uno se enfoca en las dinámicas estadísticas de la mente, el otro analiza la interacción entre mente y cuerpo. Esta comparación ofrece una nueva perspectiva sobre la crisis global y la carga de estrés que la IA podría normalizar.
El año 2023 vio a las empresas de IA recaudar 27 mil millones de dólares, una suma que ahora necesitan recuperar. En 2024, el 49% de la población mundial participará en elecciones, presentando un desafío significativo para la IA generativa, la tecnología persuasiva y la democracia. Mientras algunos exploran las interacciones humano-computadora por lucro y poder, otros, como Tricia Hersey e Ivan Illich, nos recuerdan una lección relevante de la historia de la medicina sobre la iatrogenia: el fenómeno por el cual los intentos de solución agravan el problema.
La IA, de muchas maneras, se ha mostrado iatrogénica, exacerbando problemas como el machismo, el racismo, el fraude financiero y la crisis climática. Un riesgo adicional, aunque frecuentemente ignorado, es el de la higiene deficiente.
Los estadounidenses dedican ocho horas diarias a los medios digitales, más tiempo del que destinan a dormir. La dependencia tecnológica se ha vuelto una adicción colectiva, similar a la presencia del azúcar en los alimentos. La IA generativa intensifica esta adicción, ofreciendo desde avatares «famosos» hasta asistentes personales diseñados para captar nuestra atención constantemente. Esto plantea interrogantes sobre qué significa una «IA saludable» y qué normas sociales emergentes sobre el uso de la IA podrían surgir en los años 2020 y más allá.
La ética en la IA, aunque crucial, no aborda completamente el dilema de cómo la tecnología afecta nuestra salud mental y física cotidianamente. La historia nos enseña que las normas sociales suelen surgir de la base, no de la cima. La «decomputarización», aunque aún no reconocida oficialmente, refleja un movimiento creciente hacia el uso consciente y limitado de la tecnología digital.
El futuro de la IA podría sorprendernos, al igual que la percepción sobre el petróleo y los cigarrillos ha cambiado en los últimos cincuenta años. Frente al agotamiento, la fatiga digital y las crisis de salud mental globales, se perfila la posibilidad de una coalición sin precedentes contra el maximalismo digital y la suposición de un enfoque «IA primero».
El enfrentamiento entre una visión «digital primero» y «ecología primero» ilumina la importancia de la regulación desde abajo frente a la imposición desde arriba. Las decisiones diarias sobre higiene digital en el trabajo, el uso del teléfono en casa, las normas de citas y los estándares de medios y elecciones modelarán dónde la automatización es bienvenida y dónde no.
El futuro puede no ser tan digital (e higiénicamente cuestionable) después de todo, priorizando las percepciones del Dr. Maté sobre nuestras emociones, cuerpos y estrés diario más de lo que podríamos suponer inicialmente.